La violencia doméstica. En Puerto Rico, la Ley para la Prevención e Intervención con la Violencia Doméstica (ley 54 de 1989) la define como “un patrón de conducta constante de empleo de fuerza física o violencia psicológica, intimidación o persecución contra una persona por parte de su cónyuge, ex cónyuge, una persona con quien cohabita o haya cohabitado, con quien sostiene o haya sostenido una relación consensual o una persona con quien haya procreado una hija o un hijo, para causarle daño físico a su persona, sus bienes o a la persona de otro o para causarle grave daño emocional”. Llama a Hogar Ruth para acceder servicios y apoyo si estás pasando por una situación de violencia doméstica, agresión sexual, asecho o violencia en el noviazgo. Llama confidencialmente al 787-883-1884, 787-883-1805, 787-792-6596 y 787-360-3319.
Si tu respuesta es SI a alguna de estas preguntas, es posible estés sufriendo violencia en la pareja. La violencia se puede manifestar de distintas maneras. Busca ayuda y oriéntate.
Maltrato físico: Hacer uso de fuerza física para causar daño a la pareja o para obligarla a realizar algún acto que ésta no desea. Incluye golpes, patadas, puños, empujones, mordiscos, fracturas, heridas, mutilaciones, etc. En ocasiones se utilizan armas como cuchillos, machetes, bates y armas de fuego.
Maltrato psicológico: Desvalorizar y ridiculizar a la pareja haciéndola sentir mal con ella misma y empobreciendo su autoestima. Ofender a su familia y amigos/as o destruir su propiedad para atemorizarla. Insultar, amenazar, intimidar, así como utilizar otras estrategias para ejercer poder y control sobre ella.
Maltrato sexual: Utilizar la violencia en acercamientos sexuales y tratar a la pareja como objeto sexual. Exigir relaciones sexuales sin consentimiento ni deseo de la pareja. Obligar a la pareja a prácticas sexuales no deseadas y agredirla en sus partes sexuales.
Restricción de libertad: Utilizar la violencia o intimidación contra la pareja para limitar su libertad. Controlar lo que ella hace, con quién se relaciona y a dónde va. Controlar sus salidas, no permitirle visitar parientes o amigos/as, así como controlar el teléfono y correo. Prohibir u obstaculizar sus planes o gestiones de estudio y trabajo.
Conocida como Modelo Duluth es el resultado de entrevistas realizadas a sobrevivientes de violencia en el ámbito de la pareja y a los agresores. En la Rueda de Poder y Control encontramos las formas de abuso y control más comunes que un agresor ejerce sobre su víctima:
Tratar de evitar que la mujer consiga trabajo o que lo mantenga si ya lo tiene. Obliga a la mujer a pedir dinero. Asignar una mensualidad. Apropiarse del dinero que ella gana. La castiga hasta que ella renuncia
Ridiculizar a la mujer y hacerla sentir mal con ella misma. Hacerle creer que está loca. Utilizar juegos mentales y/o psicológicos, que hacen que la propia mujer dude de lo que está viviendo.
Controlar qué hace, con quién se relaciona, con quién habla, qué lee, a dónde va, utilizando los celos como forma de justificación de estas acciones.
Utilizar amenazas que hieren emocionalmente a la mujer; amenazar a la mujer con: quitarle los niños, dejarla, agredirla, acusándola de abandono del hogar. Amenazar con el suicidio o con la muerte de ella.
Minimizar el abuso sin tomar seriamente los intereses de la víctima. Negar que se ha producido un abuso. Culpar a la víctima de causar el comportamiento abusivo por parte del agresor, lo que hace que éste no asuma su parte de responsabilidad.
Atemorizar a la mujer mediante gesticulaciones, miradas o subidas de voz. También tirándole cosas, destruyendo su propiedad, rompiendo cosas delante de ella. Tiene, pues, una relación directa con el lenguaje no verbal.
Hacerla sentir culpable de lo que les pase a los hijos e hijas. Utilizarlos para hacerle llegar mensajes. Utilizar las visitas a las hijas e hijas como una manera para seguir castigando a la mujer.
Tratar a la mujer como una sirviente. Tomar las decisiones importantes sin consultar a la mujer. Actuar como el rey de la casa.
Con frecuencia la violencia contra la mujer que se manifiesta en los hogares es cíclica, es decir, que se desarrolla por etapas que se repiten una y otra vez.
La etapa de tensión se caracteriza principalmente por el incremento en la tensión de la pareja a raíz de un mayor número de conflictos de diversa índole. Existe aumento de ansiedad y estrés por parte de la víctima, ya que el agresor aumenta las demandas emociones, físicas y mentales.
La fase de agresión, explosión o “de golpe” es aquella donde el agresor o agresora realiza la descarga de la tensión obtenida en el período anterior; caracterizándose por conductas violentas de mayor intensidad. En otras palabras, es el período en el que el agresor o agresora golpea o abusa sexualmente de la víctima. Aunque es el período más corto, también es el más fuerte psicológicamente hablando.
El ciclo de la violencia entra a su última etapa cuando el agresor o agresora decide arrepentirse por sus acciones. También empieza a comportarse de manera amable e intenta compensar el episodio vivido, dando a demostrar que sigue siendo la persona que era al inicio de la relación o que al menos puede controlarse